domingo, 8 de octubre de 2017



              CUEVAS DE VELASCO EN LA GUERRA DE CUBA 


La Guerra de Cuba (1895-1898) tuvo una repercusión enorme en toda España. Concluyó en el llamado desastre del 98, año en el que se perdieron las últimas colonias: Filipinas, Puerto Rico y Cuba. 

España realizó un esfuerzo descomunal para aplastar la insurrección en Cuba, siguiendo la máxima de Cánovas del Castillo, “Hasta el último hombre y la última peseta”. Y para ello fueron enviados más de 200.000 soldados a la isla caribeña, cantidad que aún hoy causa asombro y que hasta la Segunda Guerra Mundial supuso el traslado transoceánico del mayor contingente de tropas de la historia. 

Soldados españoles en Cuba

Tras una larga guerra de desgaste y la entrada en la contienda de los Estados Unidos, a raíz del oscuro caso del hundimiento del acorazado Maine, del que los estadounidenses acusaron injustamente a los españoles, el ejército español, acosado por la moderna flota norteamericana, muy superior, y hostigado por los rebeldes, no tuvo más remedio que claudicar. 

Cuevas de Velasco, como tantos otros pueblos de la geografía española, envió a la contienda cubana a jóvenes que partían hacia lo desconocido y que después de breves periodos de instrucción se veían obligados a combatir a más de 7000 km en un ambiente y un clima muy hostiles. 

Embarque de soldados para Cuba

Unos 50.000 españoles perdieron su vida en el conflicto, pero lo más curioso es que el número de bajas directamente relacionadas con los combates fue ínfimo, apenas, un 10 % o un 12 %. La mayor pérdida de vidas humanas se debió a otras causas, como: la pésima salubridad y alimentación, tanto en los cuarteles españoles como cubanos; los peligrosos viajes en barco, en los cuales la tropa iba hacinada con alto riesgo de contraer enfermedades contagiosas; el agotamiento por los continuos combates, y diversas enfermedades tropicales infecciosas. 

De los reclutados en la provincia de Cuenca, hubo 805 bajas, de las cuales más de 700 se debieron a enfermedades tropicales e infecciosas y solo 35 soldados murieron en el frente de batalla o a consecuencia de heridas de guerra. 

Soldados en combate en Cuba

La enfermedad que ocasionó más víctimas entre la tropa española destinada a la isla caribeña fue el llamado vómito negro, llamado también fiebre amarilla. La transmitía el mosquito Aedes aegypti y cursaba con vómitos, hemorragias e insuficiencia hepática por lo que en su segunda fase la piel de los enfermos se ponía amarilla por la ictericia. 

Algunos síntomas de la fiebre amarilla

Según las listas oficiales, de Cuevas de Velasco salieron para la Guerra de Cuba cuatro soldados, de los que solo uno regresaría al pueblo con vida. A continuación facilitamos los datos de estos. 

Nicolás Ballesteros Ballesteros, sirvió en el arma de Infantería, en el Regimiento Galicia n.º 29. Era soldado. Murió el 23 de octubre de 1897, del vómito, en la localidad de Cienfuegos, de la provincia de Santa Clara. 

Laureano Collado Hernández, sirvió en el arma de infantería, en el regimiento Cuba 65. Era soldado y murió el 18 de agosto de 1896, del vómito, en la ciudad de Santiago de Cuba, de la misma provincia. 

Manuel Blanes Andal, sirvió en el arma de infantería, en el regimiento Toledo n.º 35, como soldado. Murió el 18 de agosto de 1896, del vómito, en Santiago de Cuba, provincia del mismo nombre. 

Félix Rubio López, volvió repatriado a España y desembarcó el 27 de septiembre de 1897 en el puerto de Santander. 

E incluso, este superviviente se cree que regresó a su pueblo natal bastante debilitado, seguramente por el tifus, que solían contraer al verse obligados a beber agua en malas condiciones o incluso orines de caballo, cuando estaban sitiados por el enemigo. 

Antonio Ballesteros, que anda siempre atento a este blog, cosa que agradecemos enormemente, nos comunica que fuera de los listados oficiales él conoce a dos personas más que estuvieron en la Guerra de Cuba: los hermanos Felipe y Esteban Pérez.

A finales del siglo XIX Cuevas de Velasco rozaba los 500 habitantes, muchos de ellos, unos 350, analfabetos, dedicados en su mayor parte a las tareas del cultivo de la tierra y a la atención de los animales domésticos. 

Ferrocarril Aranjuez-Cuenca. Tren que circulaba hacia finales del S. XIX

Debió causar gran consternación en el pueblo la tragedia de la pérdida de estos mozos en una guerra lejana y ajena a los avatares de un pequeño núcleo del interior peninsular. 

A nivel nacional, como sabemos, el desastre del 98 produjo un impacto muy negativo, consecuencia de la visión catastrófica por la pérdida del Imperio. 

Desde este blog rendimos un modesto homenaje a estos paisanos que dieron su vida por España. 




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