martes, 10 de enero de 2017




              EL SIGLO XVII, UN SIGLO DESASTROSO



A lo largo de los siglos XV y XVI, se habían producido diversas circunstancias favorables en Las Cuevas de Velasco, entonces llamado Cuevas de Cañatazor, y en otras poblaciones pertenecientes a la Tierra de Huete. Nos referimos a la progresiva ampliación de las tierras de cultivo mediante las roturaciones, la sustitución de las yuntas de bueyes por las de mulas, animales tenaces, de mejor maniobrabilidad y más rápidos, y la emancipación de la aldea, ahora ya convertida en villa dueña de su propio destino.

Desde la fundación del pueblo, hacia finales del siglo XII, los terrenos dedicados a la agricultura eran los pertenecientes a la vega, y no todos, amén de los huertos. Poco a poco, a medida que aumentaba la población y sobre todo, a partir del momento en que se produjo la desconexión de Huete, se arrompieron nuevos terrenos por las zonas que hoy se encuentran entre los dos montes, el de Arriba y el de Abajo. También probablemente por otras zonas, aunque más moderadamente.

La sustitución de los bueyes y la incorporación de las mulas al laboreo de la tierra produjo un mayor rendimiento de los cultivos. Sabemos que más tarde, ya hacia 1752, en Las Cuevas había alrededor de 100 pares de animales de labranza, entre mulas, machos y asnos, incluyendo los cerriles, aún por domar. Sin embargo no se reseña ni un solo buey. 

Al haber alcanzado el villazgo, Las Cuevas de Velasco podía ya tomar decisiones sobre los montes y los pastos comunales y los yermos, lo cual permitió realizar importantes roturaciones, como hemos indicado.

Hacia finales del siglo XVI el pueblo contaba con 680 almas (1579) y solo ocho años después el número de habitantes se había elevado a 720. Desde luego, de lo que no cabe duda es de que durante la segunda mitad del siglo XVI Las Cuevas de Cañatazor logró su techo demográfico. Nunca después se alcanzó ya tal cantidad de habitantes.

Este importante aumento del número de habitantes hacia las últimas décadas del siglo XVI trajo como consecuencia la necesidad de la construcción de una nueva iglesia.

                



Sin embargo, el siglo XVII iba a traer multitud de calamidades que acabaron por provocar una caída demográfica de enorme calado. Así, Las Cuevas de Velasco contaba en 1728 con tan solo 408 habitantes, un 44% menos que en 1587. Y está claro que la pérdida de más de 300 pobladores supuso un retroceso considerable no solo a nivel demográfico sino también a nivel económico.


     EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN EL OBISPADO DE CUENCA EN EL S. XVII



      1591        1645      1654      1695    1725
Tierra de Cuenca
    20.551

     9.765

    10.716

     9.892

   10.504
Tierra de Huete
    17.891

   11.556

    11.670

   10.257

     9.322



Los historiadores apuntan cuatro factores como causantes de este cataclismo demográfico que afectó a la mayor parte de las tierras de la actual provincia de Cuenca: por un lado, la sucesión de malas cosechas por episodios climatológicos adversos; por otro, la llegada de varias epidemias que ocasionaron grandes mortandades; la sangría que produjo el éxodo de un contingente importante de la población en busca de mejores condiciones, tanto a tierras americanas como a otros lugares peninsulares en los que la expulsión de los moriscos había dejado un atractivo hueco para nuevos colonos. Y, finalmente, las levas que se sucedieron para nutrir los ejércitos que pelearon, entre otros conflictos, en las guerras de secesión de Cataluña y de Portugal.

A lo largo del siglo XVII hubo varios años de malas cosechas ya debido a las largas sequías, ya a los periodos de lluvias pertinaces. Y solía suceder que la peste, el otro gran enemigo de la sociedad, se instalaba en los pueblos de manera oportunista justamente cuando la gente se debilitaba a consecuencia de las hambrunas.

Sabemos que desde el año 1596 hasta 1602 una importante epidemia de peste azotó la Tierra de Huete. Conocemos esta noticia debido a que la ciudad de Cuenca se blindó expresamente contra la entrada de personas enfermas procedentes de las proximidades de la ciudad provenientes del antiguo Alfoz de Huete. Tal epidemia había sido precedida de periodos de pésimas cosechas.

Cuevas de Velasco no fue ajeno a estos embates tanto de la peste como de otras epidemias que producían gran mortalidad. ¿Cómo se explicaría si no ese descenso de población tan acentuado?

Las enfermedades contagiosas se combatían aislando a los núcleos. Se sabe que se formaban barreras para que nadie pudiera entrar y que en ocasiones se cobraban arbitrios especiales para financiar estos controles. El otro remedio eran las rogativas. No había pueblo que no sacase a sus santos más destacados o las reliquias para calmar el furor del tabardillo.

Para colmo de males, en el año 1650 Cuevas de Velasco, aún llamado Cuevas de Cañatazor, dejó de ser villa de realengo y cayó en manos de la nobleza, concretamente pasó a pertenecer al magnate portugués Jorge de Paz y Silveira. Pero como los Silveira parece que no cumplían con sus obligaciones respecto a la corona, perdieron el señorío de Las Cuevas en beneficio de don Diego de Velasco (1679). Entonces fue cuando el pueblo cambió de nombre y adoptó el que ha llegado hasta nuestros días. 

En resumen, la villa de Las Cuevas de Cañatazor, sufrió a lo largo del siglo XVII el azote de algunas epidemias, varios años de cosechas desastrosas a consecuencia de la adversa climatología, alistamientos forzosos y el éxodo de muchos de sus habitantes en busca de otros lugares más favorables para vivir. Además, la villa, que tanto había luchado por su desvinculación de la jurisdicción de Huete, acabó en esos años en poder, primero de los Silveira y más tarde de los Velasco.

La consecuencia de todas estas calamidades fue un descenso muy acentuado de su población, que se redujo a casi la mitad en poco más de un siglo. También trajo aparejado una importante disminución de la producción agropecuaria y una contracción del casco urbano.






































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