miércoles, 21 de septiembre de 2016



                        EL SANTO CRISTO DE LA CAPILLA


Me preguntan si sé desde cuándo el patrón del pueblo es el Santísimo Cristo de la Salud y la Misericordia… Les remito a Antonio Ballesteros, quien en sus libros se refiere a este asunto. Lo que no queda claro es porqué San Bartolomé, patrón desde tiempo inmemorial, posiblemente desde la fundación del pueblo, fue apeado del patronazgo en beneficio del Cristo.

Reproduzo a continuación parte de un artículo escrito por Antonio Ballesteros en la revista El Otero, allá por el año 1984.

“Con anterioridad al año 1637, el Santo Cristo de la Salud y Misericordia, se veneraba en este pueblo, cuando aún se llamaba Cuevas de Cañatazor. Dicha imagen estaba colocada en una capilla que hay debajo del coro, por eso tomó la denominación de Cristo de la Capilla



La Hermandad con sus bienes data del expresado año 1637. (…) A partir del año 1700 ya figura como patrón del pueblo, pues hasta entonces lo era San Bartolomé, que tenía su ermita donde está el actual cementerio.

En el libro 33, al folio 18, del Archivo Parroquial, dice así: “En el año 1701 se doró el altar por el maestro Juan Agudo, natural de Bólliga, por un precio de 330 reales.” En dicho libro, al folio 20 continúa: “En el año 1705 se doraron las verjas de la capilla por el vecino de villar de Olalla, Tomás García, por un precio de 25 reales, y que en dicho año se hicieron los pedestales por el vecino de esta villa, Julián Agudo, que también costaron 25 reales.



La Virgen de la Soladad y Jesús Nazareno con la Cruz estaban a los lados del cristo de la Capilla y debido a la estrechez para decir misa se ordenó en el año 1740 sacar al Cristo más afuera.



En el Libro de Cuentas de la Hermandad del Santo Cristo de la Capilla figura una anotación que dice así: “Por ser la Capilla oscura y no estar expuesta como se merece a la veneración la imagen del Cristo Crucificado, se construyó el retablo actual de la derecha del Evangelio del Altar Mayor (…) Desde entonces se venera la imagen del Santo Cristo en este altar.


Francisco Vallejo, maestro tallista y escultor, en los días 1 y 2 de julio de 1757 sentó el retablo con tono proporcionado a la primorosa imagen del Santo Cristo que había debajo del coro, la urna para el Niño Jesús y nicho para tres santos. (…)

El Santo Cristo estuvo en la Capilla hasta el año 1759. Se aprobó la fiesta en el año 1765, y hubo pólvora ese año y los siguientes.”



Como decía, queda por averiguar la razón por la cual se proclamó al Santo Cristo patrón del pueblo desposeyendo de tal título a San Bartolomé. 

Quizá, como alguien apunta, la advocación de la Salud tenga algo que ver. No eran raras las epidemias en aquellos tiempos. ¿Pudo librarse el pueblo de alguna calamidad invocando al Santo Cristo? Es posible. 

Por otro lado, resulta chocante que no haya en la iglesia ni una sola efigie que recuerde a San Bartolomé, patrón del pueblo durante muchos siglos. ¿O quizá la destrucción por incendio o la ruina de la imagen motivaron su reemplazo? Trataremos de averiguarlo.


martes, 6 de septiembre de 2016



                               LOS CORRALES DE GANADO


Durante siglos convivieron en nuestro pueblo las dos actividades más representativas de la revolución neolítica: la agricultura y la ganadería. Los agricultores aún continúan arando sus campos y recogiendo sus cosechas, pero los ganados prácticamente han desaparecido. El último rebaño campa a su anchas por las tierras del pueblo sin relevo posible. Cuando el último pastor, José Tomico, cuelgue la manta, es un decir, habrá desaparecido de nuestras tierras uno de los oficios más antiguos de la humanidad.


Hay pocas ocupaciones más esforzadas y sacrificadas que la de pastor. En invierno, la escarcha, la nieve y la lluvia ungen su figura, tradicionalmente embozada en la manta. En verano, el plomo fundido del sol curte y bruñe su piel confiriendo a estos titanes de los montes su aspecto azabachado, como si fuesen criaturas engendradas y paridas directamente por la tierra.



Llegó a haber en Las Cuevas, según algunos testimonios antiguos, más de veinte hatajos de ganado. La tierra de Cuenca fue rica en un tiempo debido a los más de dos millones de ovejas que pastaban en la Sierra y en La Alcarria. 

Hoy, decenas de corrales de ganado dispersos por el término, entregan sus polvorientos bardales, sus titubeantes muros, sus desvencijadas puertas, sus combadas tinadas, a la ruina. 




Hemos recorrido estos días muchos de estos viejos apriscos no hallando en ellos otra cosa que reliquias de un tiempo en el que la cabaña ovina ocupaba a pastores, zagales, duleros… y proporcionaba pingües beneficios a través de la lana, verdadera riqueza de la actividad pecuaria, la piel de los animales, y los corderos.



El Castastro de Ensenada, del año 1752 especifica cuáles eran las ganancias que se obtenían en Las Cuevas de Velasco con la venta de lana y de reses. 

Especialmente en verano, los pastores encerraban sus manadas en estos vetustos corrales, construidos en su mayoría con piedra en seco, madera y teja.

Predominan los recintos cuadrados o ligeramente rectangulares, si bien no son raros los de planta ovalada o incluso circular. La única entrada conducía a un espacio formado por dos partes: una abierta y otra cubierta por una tinada.



Era corriente integrar grandes peñascos o declives naturales del terreno para completar los cercados. Las piedras de las jambas de la puerta, así como las de las esquinas, suelen ser de buena factura, incluso algunas de ellas fueron cuidadosamente talladas. También se observan el desbastado propio de cantería en algunas columnillas de las que sostienen las tinadas. El resto de materiales, con mínimas transformaciones, provenía del aprovechamiento de los recursos constructivos de la zona inmediata.

Los muros de estos rediles se levantaban mediante la técnica de la piedra en seco, es decir, sin empleo de argamasas. No obstante, en muchos casos se reparaban los derrumbes con yeso o con rubial. 




Los paramentos alzados en piedra seca ofrecen un aspecto sobrio, de una austeridad que nos evoca la pobreza, pero al mismo tiempo de una belleza extraordinaria. Hoy que tanto se habla del respeto a la naturaleza, sorprende la perfecta simbiosis de estas viejas construcciones con el medio.



En algunos casos hemos encontrado en las inmediaciones del corral las salegas, lugar donde se ponía la sal para el ganado sobre piedras planas.


Pese al deterioro que muestran la mayoría, creo que un pueblo de gente bien nacida debería tratar de conservar alguna de estas corralizas. Forman parte de nuestras raíces. Merece la pena.


sábado, 3 de septiembre de 2016

                  CAPRICHOS DE LA NATURALEZA EN                                                          CUEVAS DE VELASCO 2



Rayo dorado en el lavadero.


Túnel vegetal en la Peñuela.


El "Ojo" de la Picarza.




"La Escalera", que da nombre al paraje.



Otros covachos que no se divisan desde el pueblo.


¿Un dolmen? La Puerta del Cielo.






La vega vestida de amarillo una semana cada dos años.