sábado, 30 de enero de 2016



                              LA CARRASQUILLA



La Carrasquilla: una semiesfera perfecta.




La Carrasquilla es probablemente la abuela del pueblo, el ser vivo más longevo que ha dado esta bendita tierra de Cuevas de Velasco. Está ahí, clavada en la ladera desde Dios sabe cuánto y, si no ocurre ninguna catástrofe, nos sobrevivirá a todos y seguirá viendo los siglos pasar.

Aunque en el pueblo se las llama carrascas, su nombre más común es el de encinas y su apelativo científico Quercus ilex. Se trata de un árbol mediterráneo, muy común en España, hasta el extremo que se ha intentado declarar a la encina árbol nacional español y solo se ha desechado la idea por su escasa presencia en Galicia y su inexistencia en Canarias.

El árbol ha engullido en su crecimiento un peñasco.



Se explota como árbol productor de bellotas para alimentar a las piaras extremeñas y es también muy apreciada por la calidad de su leña.

La encina se ha considerado desde antiguo y en varias culturas un árbol sagrado. Así era entre los griegos. Existe la tradición de que la cruz de Cristo era de madera de encina. Ya sea por esta razón o porque el marco es incomparable, una pareja de enamorados, descendientes de gente del pueblo, contrajo matrimonio bajo su cobijo.

Se reproduce este árbol por sus frutos, las bellotas, que germinan bien en tierra adecuada. Las bellotas a veces son transportadas por aves, como los arrendajos, y escondidas como despensa de alimentos. El olvido de estos zulos permite el nacimiento de nuevos árboles por cualquier lado. Pero también se reproducen por tallos que surgen de la raíz.


Abrazando al cielo.


El soberbio ejemplar de Cuevas de Velasco engulló en su crecimiento rocas de gran volumen que hoy forman parte de su tronco. La Carrasquilla emerge de la tierra en un gigantesco tronco que se abre a dos palmos del suelo en dos grandes patas que a su vez se dividen en otras grandes ramas. La aparición de una grieta hizo hace unos años temer por la escisión del tronco del árbol por lo que se colocaron unos tensores para aliviar la presión que las ramas ejercían.

El paraguas de sombra que proyecta es considerable, llegando a unos 20 o 25 metros metros de diámetro. Desde siempre hemos visto rebaños amparándose en verano bajo su cobijo.

La Carrasquilla es un bellísimo árbol en forma de pompa gigantesca, proporcionado, de porte armonioso y magnífico. Acomoda su postura a la inclinación de la ladera. Y resulta llamativo verla anclada en esta tierra áspera y árida, cuando otros ejemplares notables de su familia crecen en praderas y en lugares de tierras muy fértiles.

Maromas y tensores para evitar su escisión.


La Carrasquilla ha dejado ya su legado en forma de una nutrido grupo de ejemplares que circundan al árbol matriz, alguno de los cuales comienza ya a gallear al lado de la gran encina de cuya raíz ha surgido.

La edad de la carrasquilla es un enigma. Su perímetro en la base puede llegar a los cinco o seis metros y el de las grandes ramas a más de dos metros. El hecho de estar situada en un terreno áspero y seco y en ladera puede haber retardado su crecimiento. Podría tratarse de un ejemplar más viejo de lo que parece y sobrepasar los cuatro siglos cumplidamente. Al fin y al cabo 300 o 400 años son la edad de la plenitud de una encina y la de Cuevas de Velasco se encuentra en su apogeo.

Prodigio de árbol en la ladera.


Hacemos una llamada a todos para que se acerquen a conocer este árbol monumental y también para que se esté alerta para protegerla y para legarla a las generaciones venideras en las mejores condiciones posibles.
              

martes, 26 de enero de 2016




                         CARNAVAL, CARNAVAL


Como homenaje a mi madre, Saturnina Tomico Martínez, recientemente fallecida, transcribo a continuación uno de los relatos que grabé, en los que habla de su pueblo y de su vida, una especie de memorias que yo he transcrito de forma literal. Habla sobre cómo era el Carnaval de Cuevas de Velasco hacia 1930.





Dices tú, Santiago, que los cañamones están ricos. ¿No han de estar? Fíjate si era bien aprovechada la planta, el cáñamo, que las semillas las comíamos para Carnaval y del resto de la planta se sacaba el cáñamo (la piel del tronco) y la jerga. Los cañamones se sacaban en las eras y luego se llevaban a tostar. La planta se agramaba y con los pellejos de las pieles se hilaba. Las aristas sobrantes las gastaba el personal para encender la lumbre, ardían muy bien. Y algunas plantas se reservaban para colgar las uvas en las cámaras.


¿Que cuándo se repartían los cañamones? Pues mira, toda la vida de Dios se han repartido a las tres de la tarde del martes de Carnaval, eso sí, el martes, no como ahora que hay que hacerlo todo en el fin de semana. Claro es que entonces a la una la gente ya estaba comida y a las tres comenzaba a moverse todo el mundo. Se colocaban en corro alrededor de la plaza. ¡Uy! ¡Tú qué sabes! Allí venía un gentío de todos los pueblos de la contorná. Toma, ¿no ves que sólo era fiesta en Las Cuevas? Los festejos comenzaban el domingo de Carnaval con el gallo. Ea, colgábamos el animal y, ¡hale!, allí a taparse todo el que quisiera. Si no eran capaces de matar el gallo el domingo, el lunes lo volvían a poner, pero ese día en el suelo. Lo que se sacaba ya sabes que era para la Hermandad de las Ánimas. También el domingo y el martes, antes de empezar el baile en serio, tocaban algunos, yo recuerdo ver tocar al tío Felipe con un par de guitarras, laúdes o acordeones, para que bailara la gente. Aquello era muy curioso: todo el que quería ofrecía una cantidad porque bailara fulano o fulana con mengano e iban a sacarlos. Y si no querían bailar, pues pagaban tanto por no bailar. Ofrecían una perrilla, diez céntimos o una peseta, y algunas mozas podían valer hasta uno o dos duros. Como puedes figurarte, se pagaba porque bailaran, pongo por caso, dos personas totalmente dispares: una vieja y un mozo, dos que no se habían hablado nunca..., en fin. La gente ¿tú sabes cómo lo pasaba?


El primer reo se repartía, como te digo, sobre las tres de la tarde. Se pasaban las bandejas llenas de cañamones tostados, pasas, anisillos y almendras. Enseguida se echaba otro reo. Detrás de las bandejas, con jarros de barro que les llamaban cuartillas, se repartía el vino. Todo el mundo bebía en el mismo vaso. Después empezaba la almoneda. Entonces había mucho que almonedear. A veces podía durar dos horas o más, aunque aquello iba rápido. Verás, la mesa que organizaba todo la formaban personas expertas y desde allí se controlaba la almoneda. ¿Que qué se almonedeaba? ¡Uy, chorra! Pues de todo: tartas, brazos de gitano, flanes, escobas amargas, patatas, judías, garbanzos, herramientas para el campo, pimientos, pepinos tomates y patacas en aguasal, y sobre todo, piñas. Pero había de todo, ya te digo. Cuando ya no pujaban más por una cosa, el que almonedeaba la llevaba a la mesa y daba el nombre de quien se la había quedado y la cantida. Luego venía la persona, pagaba el valor y se lo daban. En cuanto se terminaba la almoneda se echaba el tercer reo de cañamones y vino. El personal se hinchaba a beber. Entonces la gente bebía mucho vino. No bajaría algunos años de catorce o quince arrobas lo que se servía. Y no creas que con eso se terminaba la ceremonia. Después del tercer reo íbamos todos a la iglesia al reparto de armas. Estaban presentes los animeros salientes y los entrantes. A los nuevos, los que iban a gastar al año próximo, se les entregaban las armas, que ya sabes que son: el bastón, la bandera, el tambor, la alabarda, el chuzo grande y el chuzo pequeño. Besaban la estola del cura y recibían la bendición. Era una ceremonia emocionante. En cuanto acababa el reparto de armas empezaba el baile y luego, ya tarde, se echaba el reo de los pastores, reservado para pastores, zagales y toda persona que no había podido asistir a los reos de la tarde.


¿Disfraces? Claro que había disfraces. Se disfrazaba mucha gente. Me acuerdo que un año se descolgaron tres diablos por una piquera. Tocaban unas chiflas e iban asustando al personal. Uno era el tío Nemesio. Luego ya vino la guerra y prohibieron el disfrazarse. Pero las ánimas siguieron. Les daba un escrito el juez para que pudieran salir. Ahora, eso sí, allí los disfrazados siempre han ido con la cara tapada. Las ánimas, eso ya lo has conocido tú, iban vestidas de negro y llevaban un vastugo de oliva para que los chicotes no se les acercaran. Lo mismo eran hombres que mujeres...


domingo, 24 de enero de 2016



                                       EL HABLA DE CUEVAS. 3


Les ofrecemos otra entrega de voces genuinas de Cuevas de Velasco. Algunas no dejan de ser sino vulgarismos, mientras otras son términos originales de gran expresividad que aún perviven en el habla local.
Recordando aquí estas palabras antiguas no solamente evocamos sus significados sino que también recordamos antiguas costumbres, celebraciones y ritos locales.


Aberruntar
1. tr. Sospechar o pronosticar algo, tener una premonición de algo. Presentir que algo va a suceder.
Corominas desconoce el origen del término barruntar, que es el reconocido por la Academia, pero cita en su artículo el derivado con prótesis aberruntar. En sus disquisiciones sugiere dos raíces semejantes con los significados: ‘espía que va a territorio enemigo’ y ‘descubrir’.

Achicarse
1. tr. En los naipes, correr la jugada simulando que no se lleva buen juego para que se confíe el contrario.
Ojo con este, que tie la costumbre de achicarse. Si no lo ves claro, echa mala.
Corominas sugiere que este derivado de chico procede del latín CICCUM ‘insignificante, pizca’.

Aloque
1. m. Bebida hecha con mosto y aguardiente.
Calero aclara que las proporciones de mosto y de aguardiente son tres y una respectivamente.
Corominas apunta que el término procede del hispanoárabe HLŬQI, del árabe HLUQI, nombre de un perfume de color rojo amarillento.
El Tesoro de la Lengua define el aloque como ‘Vino tinto mezclado con blanco’.

Asperura
1. f. Nombre que se da a la precipitación sólida que no es nieve ni granizo. La asperura está formada por una especie de bolas diminutas con más consistencia que los copos de nieve pero menos que el granizo.
Cor. Cita asperura pero no precisa su significado. La relaciona con áspero, del lat. ASPĔRUM.
DRAE. Remite a áspero.
Cal. Da noticias del término y remarca que no aparece en ninguna obra consultada con el significado que tiene en las tierras de Cuenca. Se trata de una voz genuina de nuestros pueblos.

Cagansias
1. m. Persona blanda que se queja ante el esfuerzo o el trabajo. El que se agobia en exceso de manera desproporcionada a la dificultad que afronta.
Cor y DRAE no la mencionan.
Se trata de un término compuesto, cagar+ansia. La primera voz suele asociarse a la idea de miedo mientras que la segunda se relaciona con agobio y angustia. Cagansias es, pues, el individuo angustiado por el miedo desproporcionado ante un hipotético peligro.

Domingo del gallo
1. m. Domingo anterior al Martes de Carnaval. En Cuevas de Velasco la celebración del Carnaval ha tenido siempre gran notoriedad. El domingo anterior al Martes de Carnaval se iniciaban los festejos. Lo más peculiar de este día y lo que le da nombre era la tradición de donar un gallo con el que se conseguían fondos para la Hermandad de las Ánimas. Se enterraba el gallo en un agujero dejando fuera solamente la cabeza y todo el que quería pagaba por intentar liquidarlo de un garrotazo, eso sí, con los ojos vendados y partiendo desde una distancia de unos diez metros. Además, los organizadores del espectáculo desorientaban al interfecto que se atrevía haciéndolo girar varias veces antes de dejarlo ir en busca del ave. Y por si fuera poco, un molesto tambor iba desviando y despistando al del palo tocando ora por acá ora por allá. Huelga decir que si el sujeto al que vendaban los ojos acertaba con un solo y certero estacazo en la cocorota del pollo, se lo quedaba como premio.
Esta cruenta y atávica costumbre decayó cuando las nuevas mentalidades promovieron leyes para proteger a los animales y evitar su maltrato.

Estrosión
1. f. Escándalo, alboroto, algazara. Ruido o bullicio que provoca alguien. También se refiere al comportamiento escandaloso o llamativo de una persona que da que hablar.
Ea, aquí tenemos este perrillo. El pobre no da estrosión ninguna.
No aparece este término en ningún texto de los consultados. Se trata muy posiblemente de una deformación de extorsión, con un importante reajuste del significado.

Marandules
1. m. Personaje estrafalario de ficción cuyo nombre aparece en una famosa retahíla de repetición. Si al terminar la cantinela, el niño al que se la contaba respondía que sí, se iniciaba de nuevo la monserga.
Este es el cuento
del tío Marandules
con las patas azules
y el culo al revés.
¿Quieres que te lo cuente otra vez?

Portugués
1. m. El culo o en general las partes pudendas.
Se atribuye a un cura que, viendo agachada al ama o a una criada que había en casa, mostrando la entrepierna, le llamó la atención diciendo: “¡Fulana, tápate que se te ve el portugués, mujer! Es posible que de la anécdota surgiera la copla.
A una moza de este pueblo,
no quiero decir quién es,
desde lo alto de la torre
le hemos visto el portugués.

Tontete
1. m. Individuo presumido. Persona algo pedante.
Hay que ver lo presumido que es el Evaristo. Es mu tontete.

Tracamundear
1. tr. Mover las cosas de acá para allá y de arriba hacia abajo. Llevar y traer un objeto. Sacudir (en el sentido de agitar) a una persona. Cambiar las cosas de lugar.
No tracamundees al abuelo, que el pobre no está para muchos trotes.
Cor. Traque procede de la onomatopeya de la explosión o del sonido del estampido. Cita numerosos derivados y compuestos, entre los que están tracamundana y tracamundiar, este último de Asturias, con el significado de ‘trabucar’, ‘cambiar el orden de las cosas’.





martes, 19 de enero de 2016



       CAMPOS DE CAZOLETAS EN CUEVAS 
                DE  VELASCO, UN ENIGMA.

Cazoleta circular. Cañada de las Pilas


En el término de Cuevas de Velasco existen varios campos de cazoletas. Estos conjuntos de huecos hemisféricos practicados en grandes rocas planas son un quebradero de cabeza para los arqueólogos. El más significativo, espectacular y que da nombre al paraje donde se encuentra es el situado en La Cañada de las Pilas, al noreste del pueblo, en las inmediaciones del Camino de la Virgen, antigua vía que conducía hasta la ermita de la Virgen del Val. Se trata de un llamativo conjunto de piletas en forma de cuencos excavadas en una roca arenisca que emerge al borde de una cañada. Las dimensiones de estas cavidades son chocantes para este tipo de manifestaciones, pues algunas alcanzan los 40 cm de diámetro y más de 20 cm de profundidad. Hay huecos ovalados y circulares. Unos son más profundos y otros superficiales.

Cazoleta ovalada de gran capacidad. Cañada de las Pilas.

Al lado de estas piletas se abren dos tajos en la roca a modo de catas perfectamente trazadas. Sobre una de estas brechas vierte un canalillo que procede de una de las pozas. Es posible que se trate de construcciones auxiliares para las ceremonias de culto.
Es difícil establecer el significado de estas cazoletas, pues ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo. Unos aseguran que se trata de marcas de límites territoriales; otros sugieren que podría tratarse de mapas de constelaciones; no falta quien propone la idea de que son piletas de recogida de agua, usada después en ceremonias o en ritos ancestrales, y también se apunta en el sentido de si podrá tratarse de cuencos relacionados con la incipiente metalurgia o incluso con la elaboración del vino. Predominan las opiniones de quienes piensan que estos campos de cazoletas están estrechamente ligados con el culto a las divinidades de los pueblos que los realizaron.
Gran hoyo con regueras de recogida y de salida del agua. Valdemarón


Otro campo de cazoletas está situado sobre la roca que preside el paraje de la Fuente Herrando, al otro extremo del término municipal. En este lugar los pocillos practicados en la roca son muy pequeños, como hoyos de los juegos con canicas.
Los expertos sortean obstáculos o falsas pistas, como la inveterada costumbre de los pastores de practicar agujeros en las rocas con el fin de tener reservorios de agua llovida a mano por varios lugares, pero muy probablemente la mayor parte de estas cazoletas fueron realizadas por otras personas y con otros fines. Resulta desolador comprobar la aversión que produce en los arqueólogos este tipo de manifestaciones ante las que se encuentran completamente desorientados.

¿Figura antropomorfa o cazoleta con canalillos para captación de agua?

Ambos campos de cazoletas tienen en común el hallarse en las proximidades de una fuente. El de la Fuente Herrando está situado sobre la misma roca de la que mana la fuente, mientras que el de La Cañada de las Pilas se hallaba también en las proximidades de una fuente, la fuente de Las Pilas, que manó agua hasta mediado el siglo XX.

Arqueta en la roca de Valdemarón.

Estos dos espacios atestiguan el paso del hombre primitivo por estas tierras y aunque hoy no sepamos asociar estas extrañas insculturas a poblado alguno o estación de asentamiento humano es seguro que fueron realizadas por individuos establecidos en el entorno de la vega de Cuevas.
Un posible tercer campo de cazoletas se halla situado en el peñasco sobre el que se asienta la llamada Cruz del Cura, antigua picota de Cuevas de Velasco. Los hoyuelos de esta roca son irregulares. Habría que ver si bajo el basamento sobre el que se levanta el rollo de justicia hay también alguna cazoleta, lo cual indicaría que éstas son más antiguas que la columna que ha llegado hasta nuestros días. El peñasco en cuestión ofrece un aspecto llamativo y no es ningún desatino pensar que pudo servir en un tiempo remoto como ara cultual.

Multitud de cazoletas en La Cruz del Cura.

Un estudio preliminar de Luis A Puertas y dos profesores más de la Universidad de Castilla la Mancha sitúa en la vecina aldea de Castillejo del Romeral un santuario prerromano. Interpretan los campos de cazoletas existentes en el cerro de El Castillo, así como ciertas acotaduras y rebajes en las rocas como construcciones pertenecientes a un complejo de culto. Es evidente que estas oquedades practicadas por la mano del hombre tienen su sentido y parece razonable asociarlas a cultos antiguos.
Hoyo rectangular, con canal. Valdemarón.

Existen otros lugares en los que se encuentran tallados numerosos hoyuelos en la roca. En el peñasco de Valdemorón hay decenas de ellos, algunos muy curiosos, con forma de cubo y con canalillos para recoger el agua de lluvia. Pero lo más interesante de estas cazoletas es que se encuentran en las proximidades de una gran acotadura en forma de calle que atraviesa el peñasco que pudo servir de ara o de espacio sagrado. No tenemos la seguridad de que este tajo y otros cercanos de menores dimensiones tengan relación con las sepulturas allí excavadas, si bien parecería lo más lógico.

Cazoletas minúsculas, como hoyos de jugar al gua. Fuente Herrando.

Y para completar el panorama de las cazoletas, aunque se trate de construcción de mayor entidad, en la roca de Valdemorón y en la Peña del Fraile, existen al menos seis hoyos gigantes, de más de un metro de profundidad y casi otro de diámetro medio, con forma de vasijas globulares o de tinajas, excavados en la roca. Al tratarse de un lugar sagrado, con enterramientos y zonas de culto es muy probable que estemos ante  depósitos de herramientas o receptáculos de agua para el culto.

Hoyo gigante, al parecer de otra índole. Valdemarón.


En cuanto a la datación de los campos de cazoletas, las investigaciones sobre el complejo de Castillejo sitúan la creación del santuario en la Edad del Hierro II entre los siglos III y II a.C.. Por lo que se refiere a los hoyos encontrados en Cuevas de Velasco, pensamos que nos movemos en un abanico cronológico amplio, que va desde el bronce o acaso el último tramo del Neolítico hasta los tiempos históricos. Los campos de cazoletas de Cuevas de Velasco son distintos entre sí, probablemente ejecutados en periodos diferentes.

domingo, 17 de enero de 2016

jueves, 14 de enero de 2016




                                     FOTOS  FOTOS  FOTOS

Peña "El Cano"

Nochevieja 2013

Gachas por Los Santos. 2012

Gente de La Ronda. 2013

Coronación de la Vírgen. Cuenca

La danza, con el mítico Bruno de Alcalde


El popular, querido y recientemente fallecido "Cano"










martes, 12 de enero de 2016



                CUANDO LA RIVERA ERA UN VERGEL…
                             ¿HAY SOLUCIÓN AÚN?

Desolador panorama de los antiguos huertos de la Rivera

   Primero se produjo el abandono de los huertos. Ya no salía rentable cultivar los pepinos, los tomates  o los pimientos, siempre acechados por el riesgo de las plagas, una floración defectuosa, un viento inoportuno o una meteorología adversa. Resultaba mucho más cómodo, dónde va a parar, salir a la puerta y comprar las hortalizas al tío del camión.
   Luego llegó la enfermedad de los olmos, que redujo el verdor de la Rivera a un yermo macilento. Y finalmente el tiempo, el abandono total y el paso de los rebaños han convertido el antiguo paraíso en un árido desierto.
   En la Rivera, en un tiempo, hubo hasta medio centenar de cuidados huertos. Las higueras, los olmos, los saúcos, los densos zarzales, decenas de plantas que crecían con lujurioso ímpetu formaban un tupido vergel por el que las sendas que conducían a los huertos se abrían paso mediante túneles vegetales. La cantinela del agua en las regueras y en el fondo del barranco, los gorjeos del ruiseñor, el dulce silbo de la oropéndola, el relincho del pájaro carpintero y el cuchicheo de las urracas eran las melodías de aquel oasis.
   Quienes lo conocimos lo añoramos. ¡Cómo no echar de menos aquella explosión de vida que te hacía sentir la magia de la naturaleza a solo unos metros del pueblo!

La Rivera, con las ruinas del antiguo molino de aceite, vista desde El Otero

   Aun a sabiendas de que suena a quimera, presentamos aquí el primero de los proyectos de desarrollo y mejora para la villa de Cuevas de Velasco.
   La idea consistiría en poner en funcionamiento algunas de las zonas de huertos antiguamente explotadas en el término del pueblo de Cuevas, especialmente aquellas en las que no suele faltar el agua.
Las tres zonas con mayores posibilidades para desarrollar estos proyectos serían:  La Rivera, El Rebollar y Valdemoralejo.

Barranco de la Rivera, desde la Cruz del Cura

En estos tres lugares los antiguos huertos están perdidos e incluso en peligro de ser arrasados por la erosión y el abandono. Salvo en Los Cañamares y en la Peñuela ya no hay huertos plantados y las antiguas acequias, regueras,  pozas, muros de contención, etc. se deterioran sin remedio.
Convertir estos parajes en modernos huertos con producción real de hortalizas, verduras y frutas ecológicas podría ser una actividad perfectamente rentable.
El mayor inconveniente, a priori,  es el hecho de que se trata de parcelas minúsculas, de propiedad privada y es bien conocida la resistencia de la gente de los pueblos a la cesión de estos espacios. Y ahí justamente es donde debería emplearse la autoridad local o la institución que promoviera esta iniciativa. La renta a los propietarios de los huertos, de los que hoy no reciben nada absolutamente, sería precisamente el costo de la obra de adecuación y puesta es producción de las parcelas. Podrían alquilarse o explotarse por periodos de cinco o diez años renovables.


Aun conociendo las escasas posibilidades económicas de estos ayuntamientos, cada año pueden recabarse unas cantidades que podrían emplearse en la adecuación y limpieza del sistema de riego y de los antiguos accesos.
El papel de las autoridades debería afrontar también el estudio de la viabilidad legal del proyecto y las gestiones con los propietarios de los huertos, así como la captación mediante concurso de la familia que llevase a cabo la explotación.
Al tratarse de una iniciativa novedosa en una zona en altísimo riesgo de despoblamiento habría que recoger todas las ayudas, subvenciones y exenciones que puedan conseguirse. Para ello se requiere un estudio concienzudo previo del proyecto y de su viabilidad tanto técnica como económica. Habría que informarse perfectamente, visitar explotaciones semejantes, seleccionar a  personas experimentadas, buscar mercados y clientes particulares, etc.
La calidad de las verduras, hortalizas y demás productos la garantizarían: la ausencia total de fertilizantes, herbicidas, plaguicidas y demás sustancias químicas en el proceso de producción; la tradicional calidad y exquisitez de los productos hortofrutícolas locales, la pureza de las aguas usadas en el riego, la limpieza de las tierras sempiternamente abonadas con estiércol natural y la altitud y limpieza del aire de estas tierras.

                                 
                                             Manantial y regato de El Rebollar

En La Rivera calculamos que habría disponible una superficie de más de tres mil metros de tierra apta para estos huertos ecológicos. En El Rebollar, más de ocho mil metros.


Los beneficios de una iniciativa así serían importantes para el pueblo: por un lado se evitaría la erosión, destrucción e incluso desertización de algunos de estos parajes abandonados ya desde hace décadas. El paisaje cambiaría de aspecto estas zonas y elevaría el valor  hoy prácticamente nulo de estas pequeñas propiedades. Por otro lado se ofrecería ocupación en el pueblo a un par de personas, quizás una familia.

domingo, 10 de enero de 2016



                   ÚLTIMAS OBRAS EN EL PUEBLO

   El año 2015 nos ha dejado algunas obras de embellecimiento del pueblo. Por un lado, los accesos a las cuevas de debajo del  parque del Castillo, ya ejecutados hace algún tiempo, parecen un guiño a la gente para que recupere aquella costumbre de irse a merendar a la cueva.


   Hoy las antiguas cuevas-bodega en las que se guardaba el vino ya perdieron su primitiva utilidad y el empeño de los habitantes del pueblo por mantener aquella primitiva costumbre de “ir a la cueva” se ha visto frenado modernamente por las leyes que prohíben taxativamente el hacer fuego. Adiós a las chuletas a la brasa, a las parrilladas de sardinas, a los asados de forro y a otros suculentos manjares que se aderezaban al fuego a la puerta de las cuevas.



  
   No obstante, el apaño de los senderos que conducen a las cuevas puede ser un estímulo importante para que la gente se decida a retomar aquella tradición que era tan nuestra y tan querida.



   Por otro lado, se ha querido recuperar uno de los rincones más queridos de nuestro pueblo, el Vallejuelo. El sendero que se ha trazado, así como el puente, algo desproporcionado, y la fuente vienen a recordarnos que  ese espacio, cuando llegaba la primavera y a lo largo del verano, servía de esparcimiento para los jóvenes. Si el chopo del Vallejuelo hablara contaría historias de amor, de cortejos, de flirteos de adolescentes, de tardes de holganza de mozos y mozas hace tiempo, mucho tiempo, cuando aún no había ni televisión.



   Hoy, con el regato seco y el prado que allí había invadido por un vertedero de escombros, será difícil recuperar el uso que tuvo. De todos modos animamos al personal a que complete el paseo, que ahora ya es posible.



   Por último, el muro del arreñal de la calle del Paraíso ha sido reconstruido en un buen tramo, siendo intención  de las autoridades el continuar en años sucesivos, a medida que sea posible, con la restauración de los derruidos muros de dicha calle.